Caminando hacia adelante con una autoconciencia de ruptura, el artista utiliza elementos lineales y translúcidos como herramientas para crear un diálogo entre luz y forma. La amalgama de color y el impacto de las ondas lumínicas tejen la sensación de atravesar la obra, sumergiéndose en un efecto donde el espectador no solo observa, sino que forma parte intrínseca de la experiencia.

La visión de aquel que se adentra en este espacio desencadena una experiencia única, impregnada de autenticidad y sensibilidad. El pasado, presente y futuro convergen en una danza de recuerdos, vivencias y posibilidades de representaciones lumínicas, invitando al espectador a perderse en la inmersión poética de la “Difracción” artística de Guajardo.