Carmelo

Chon

Lupita

Memo

Pancho

Pipe

Ramón

Rosa María

Rulo


En la colección “Calaveras” de Luis W. Guajardo, la esencia de los fractales se libera para exaltar las ricas tradiciones mexicanas del Día de Muertos, un homenaje a aquellos que han abandonado este plano. La labor artística de Guajardo se convierte en un ritual de destrucción y reconstrucción, donde la identidad, los recuerdos, las emociones y la percepción de la realidad se desglosan en bloques triangulares de colores vibrantes.

Cada pieza es una obra maestra de fragmentos, donde la realidad anterior se descompone para dar paso a una nueva expresión, una reconstrucción de la vida y la muerte, tejida con colores, patrones y composiciones que reflejan la riqueza de la existencia. Este proceso artístico se convierte en un testimonio del ciclo de la vida, una danza visual donde la destrucción es el preludio de la creación.

En este mosaico de calaveras, cada una lleva consigo un nombre propio, una identidad que rinde homenaje a personajes que marcaron nuestras vidas. Son recordatorios vívidos de experiencias, aprendizajes y sentimientos que perduran más allá del tiempo. Estas calaveras son guardianes de la memoria, seres que transitaron nuestro camino terrenal y, al partir, dejaron su esencia impresa en nuestro ser, recordándonos que la muerte no es el final, sino un paso hacia la eternidad de los recuerdos y la conexión inmutable con quienes amamos y recordamos. En la obra de Guajardo, las Calaveras no solo son una celebración del Día de Muertos, sino una exploración profunda de la vida, la muerte y la trascendencia a través del arte.

O.R.